• Not only could Alberto see, he perceived things most of us overlook – 
     
    the ochre face of a cowboy, weathered by the desert wind; 
    the innocent gaze of a young girl looking out at us from her ranch kitchen
    the artist’s studio, surrounded by objects and works full of creative expression; 
    the friendly miner defying the dangers of the mine
    and the abandoned prison, where walls clearly speak of the suffering endured. 
     
    Historian Julio Montané once wrote,  
     
    "Herrera ve “lo exterior" a traves de, "lo interior", materializándolo.”
     
    And how did Alberto develop that capacity for observation?
     
    In overcoming obstacles one grows and develops empathy, and Alberto faced many of them. 
     
    Born in Puebla, Mexico in 1930 as son of José Maria Herrera Alarcón a prominent politician, law professor and Secretary of the Mexican Democratic Party and Carmen Fernández, José Maria’s second wife.  José Maria and Carmen were also parents to Luis, Alberto’s identical twin brother, along with three younger siblings, Lupita, Fernando, and José Maria.  
    Life was good in Mexico City!
     
    At age 16, Alberto’s father died suddenly, leaving the family without a breadwinner.  Carmen’s two brothers lived  2,000 miles away in Cananea, Sonora, and they all moved there.  Cananea is a small, isolated company mining town located near the Arizona border.  Home to the Cananea Consolidated Copper Company, both the mine and town were founded by the Copper Skyrocket William Cornell Greene.  In order to support the family,  armed with pick, shovel, hard hats and headlamps, Alberto and Luis began working as miners. 
     
    Coming from "El Sur" to Sonora was not easy. That’s the equivalent of being a “Yankee” in the deep South.  The family struggled to fit in, as Sonorans look at “guachos” with distrust and dislike.   From their meager wages, Alberto and Luis saved up enough money to purchase a mail order camera and enrolled in a photography course by correspondence.  The twin brothers, cavorting around Cananea with a camera must have been a wonderful sight.  The American managers of the Company took note and commissioned them to take pictures of the mine. Thus began his love for photography, which would accompany him for the rest of his life.
     
    In 1955, seeking broader horizons than those offered by a miner's life in Cananea, he moved to the state capital, Hermosillo. Through personal recommendations, he found employment at an auto dealership where he worked for almost 40 years until his retirement.
     
    It was also in Hermosillo where he found friendship and true love in Blanca Rosa Molina, forming an inspired partnership with a diverse group of artists, writers, and historians who influenced Alberto by creating an interchange that sparked new levels of expression in each other’s work. 
     
    His commitment to the search of technical excellence led him to install a photo studio and dark room laboratory behind his home and thus began the organization and assemblage of photo negatives and prints that now comprise this collection.  By his participation in and organization of countless photography exhibitions throughout Sonora, Mexico, and the United States, Alberto’s work was widely admired and he served as a mentor to and was an inspiration for a new generation of photographers that are active today.
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    Alberto no solamente veía, él observaba y era capaz de percibir cosas que para la mayoría de
    nosotros pasaban desapercibidas: el rostro ocre de un vaquero, curtido por el viento del
    desierto; la mirada inocente de una niña que nos observa desde su cocina en el rancho; el
    artista en su estudio, rodeado de objetos y obras llenas de expresión creativa; los amigos
    mineros desafiando los peligros de la mina en solidaridad conjunta; y las paredes de la cárcel
    abandonada que, aunque vacía, nos hablan claramente del dolor sufrido.

    El historiador Julio Montané
    escribió́ que Herrera veía "lo exterior" a través de "lo interior", materializándolo.


    ¿Y cómo Alberto desarrolló esa capacidad de observación?


    Es en los obstáculos superados donde el hombre crece y encuentra la empatía, y Alberto tuvo
    su buena dosis de ellos. Nacido en Puebla en 1930, en la última década de la revolución
    institucional de México, hijo de un padre muy involucrado en la vida política como secretario
    del Partido Demócrata Mexicano, y casado en segundas nupcias con Carmen Fernández,
    Alberto experimentó la pérdida de su padre y la carencia de apoyo económico para su madre,
    lo que llevó a la familia a Cananea, Sonora, donde vivían dos hermanos de su madre. La única fuente
    de trabajo en este pequeño pueblo era la Cananea Consolidated Copper Company, de William
    Cornell Greene. Fue en ésta mina donde Alberto y su gemelo Luis comenzaron a trabajar como
    mineros, con pico y pala, para ayudar en el sustento de su familia.


    Sin embargo, venir "del sur de México" a Sonora no era sencillo. Los hermanos Herrera tuvieron
    que ganarse la simpatía de los sonorenses, que aún miraban con desconfianza y disgusto a los
    sureños. Fue en la mina donde Alberto tomó su primera cámara y capturó fotos del proceso de
    fundición del cobre. Los estadounidenses lo notaron y le encargaron fotografías. Así́ comenzó́
    su amor por la fotografía, que lo acompañaría el resto de su vida.


    En 1955, buscando horizontes más amplios de lo que ofreciera una vida de minero en Cananea,
    se trasladó́ a la capital del estado, Hermosillo. Por medio de recomendaciones personales,
    consiguió́ empleo en una agencia de autos, donde trabajó durante casi 40 años hasta su
    jubilación como gerente general del concesionario de Chrysler en Hermosillo.


    También fue en Hermosillo donde encontró amistad y amor verdadero en Blanca Rosa Molina, formando una equipo creador en conjunto con un grupo diverso de artistas, escritores e historiadores, que influyeron en Alberto al crear un intercambio que provocó nuevos niveles de expresión en
    el trabajo de cada uno.


    Su compromiso con la búsqueda de la excelencia técnica lo llevó a instalar un estudio
    fotográfico y un laboratorio de cuarto oscuro detrás de su hogar y así comenzó la
    organización y ensamblaje de negativos fotográficos e impresiones que ahora componen ésta colección.


    Por su participación y organización de innumerables exposiciones fotográficas en Sonora,
    México y Estados Unidos, el trabajo de Alberto fue ampliamente admirado y sirvió como

    mentor e inspiración para 

    una nueva generación de

    fotógrafos activos en la actualidad.